De pruebas periódicas a un conocimiento que salva vidas: el futuro de la atención de la preeclampsia

Del grupo de investigación de Gavin Ha, División de Ciencias de Salud Pública, Programa de Biología Computacional Herbold

El embarazo a menudo se caracteriza como un tiempo de emoción y expectativa, pero también presenta desafíos e incertidumbres. La mayoría de las veces, estos desafíos son ordinarios: náuseas matutinas, antojos y el ciclo interminable de revisiones médicas. No obstante, el personal médico también está atento a las alteraciones que pueden complicar el embarazo, siendo la preeclampsia una de las más importantes. La preeclampsia es una afección que se caracteriza por presión arterial alta y señales de estrés en órganos como el hígado y los riñones, y en casos graves obliga a un parto prematuro para proteger tanto a la madre como al bebé. Afecta aproximadamente a 1 de cada 20 mujeres embarazadas, pero tiene impacto en muchos embarazos cuando hay 140 millones de nacidos vivos anualmente en todo el mundo; y cuando aparece, exige un tratamiento cuidadoso. La parte complicada es que, por lo general, aparece más adelante en el embarazo sin dar muchas advertencias.

Un artículo publicado recientemente en Nature Medicine aborda una pregunta que ha frustrado al personal médico durante décadas: ¿existe alguna manera de detectar la preeclampsia más temprano? En lugar de crear una prueba completamente nueva, el Dr. Gavin Ha, profesor titular del Centro Oncológico Fred Hutch, y su aprendiz Mohamed Adil, unieron sus esfuerzos con la Dra. Swati Shree, profesora titular y ginecobstetra de la División de Medicina Maternofetal de la Universidad de Washington, y la Dra. Tina Lockwood, profesora del Departamento de Medicina de Laboratorio de la misma universidad, para examinar la prueba habitual prenatal de ADN extracelular circulante en busca de señales de preeclampsia. Se trata de la prueba de sangre que las mujeres embarazadas suelen hacerse en el primer trimestre, alrededor de las 10 o 12 semanas, principalmente para detectar anomalías cromosómicas, como el síndrome de Down, en el bebé. Funciona leyendo pequeños fragmentos de ADN procedentes tanto de la madre como de la placenta, que circulan por el torrente sanguíneo materno. El equipo de investigación descubrió que estos fragmentos podrían estar diciéndonos más cosas, además de si los cromosomas se ven normales. También podrían estar dándonos un anticipo de cómo está el tejido fetal.

Para explorar esa idea, el estudiante de posgrado Mohamed Adil construyó una herramienta a la que llamaron PEARL (evaluación temprana del riesgo de preeclampsia mediante biopsia líquida). En lugar de buscar mutaciones genéticas, PEARL analiza cómo los fragmentos de ADN circulantes en la sangre de la madre revelan información epigenética más extensa. El ADN no solo se desplaza aleatoriamente, sino que también se enrolla alrededor de proteínas llamadas nucleosomas, y esas tendencias dejan atrás una especie de huella dactilar que es única para cada tipo de célula. Al trazar estas “huellas” de nucleosomas contra tendencias de referencia de diferentes tejidos, el equipo de investigación pudo estimar cuánto del ADN circulante procedente de varios tejidos, entre ellos la placenta, el sistema inmunitario y el revestimiento endotelial de los vasos sanguíneos. Una disminución del ADN placentario y un aumento del ADN endotelial apuntaba a una disfunción temprana. Como la preeclampsia es causada por una placenta sobrecargada y vasos sanguíneos dañados, estas señales sutiles en los fragmentos de ADN resultaron ser significativas.

Una caricatura de una mujer embarazada visitando a su médico.

Cuando pusieron a prueba a PEARL en muestras de sangre de casi dos mil embarazos, encontraron algo sorprendente. Las mujeres que posteriormente padecieron preeclampsia mostraron consistentemente señales más débiles de la placenta y señales más fuertes de los vasos sanguíneos. En otras palabras, el ADN ya estaba susurrando que el cuerpo de la madre estaba bajo presión, aunque externamente todo parecía estar bien. Lo sorprendente es que esto se podía ver con tanta antelación. PEARL fue capaz de predecir el riesgo de preeclampsia a partir de las 12 semanas de embarazo, meses antes de que esta afección aparezca habitualmente.

Su precisión también fue impresionante. Cuando se aplicó a un grupo grande de mujeres embarazadas que no eran parte de un ensayo clínico, el modelo distinguió correctamente entre casos positivos y negativos en aproximadamente un 85 % del tiempo. Para una afección que durante tanto tiempo se ha considerado impredecible en etapas incipientes del embarazo, esa cifra es difícil de ignorar, y lo mejor de todo es que no fue necesario tomar otra muestra de sangre ni realizar una prueba nueva complicada. Toda esta información provino de datos que ya se estaban recolectando durante la atención prenatal corriente.

Las consecuencias son impactantes. Si el personal médico sabe desde el principio qué mujeres tienen un alto riesgo, puede tomar medidas sencillas pero significativas. Algo tan simple como comenzar a tomar aspirina en dosis bajas al inicio del embarazo puede reducir el riesgo, pero el personal médico debe saber quiénes son las mujeres que realmente la necesitan. Las mujeres identificadas por la prueba también podrían recibir supervisión más de cerca, lo que daría al personal médico la oportunidad de intervenir antes de que la situación se vuelva peligrosa. Para las familias, esta información podría significar menos sorpresas aterradoras, menos partos prematuros de emergencia y más oportunidades para desenlaces saludables.

Por supuesto, existen limitaciones. Este estudio incluyó principalmente a mujeres de lugares donde las pruebas de ADN extracelular circulante ya son habituales, lo que suele significar países más ricos. Mientras que en partes del mundo donde la preeclampsia es más mortal, este tipo de pruebas es más difícil de conseguir. Por lo tanto, llevar una herramienta como PEARL a esos entornos requerirá esfuerzo, ya que será necesario hacerla más barata, más simple y más ampliamente disponible. Aun así, PEARL demuestra que es posible predecir la preeclampsia en el primer trimestre, dando esperanza de que más innovación podría hacer que la prueba sea asequible y accesible, especialmente en países de ingresos bajos y medios.

Durante mucho tiempo, la preeclampsia ha sido como una trampa oculta en la atención del embarazo, una trampa que incluso médicos con experiencia no podían predecir. Esta investigación muestra que las señales están ahí, ocultas, pero a simple vista en el ADN circulante en la sangre de una futura madre. Al replantearnos el uso de una prueba que ya forma parte de la atención habitual, el equipo de investigación ha abierto la posibilidad de detectar esta afección pronto y de mejorar los desenlaces para las madres y sus bebés.


Los Institutos Nacionales de la Salud, el Washington Entrepreneurial Research Evaluation and Commercialization Hub (WE-REACH) y el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre respaldaron esta investigación.

Los doctores Colin Pritchard y Gavin Ha, integrantes del Consorcio Oncológico de Fred Hutch, la Universidad de Washington y el hospital Seattle Children's, contribuyeron con esta investigación.

Adil, M., Kolarova, T. R., Doebley, A. L., Chen, L. A., Tobey, C. L., Galipeau, P., Rosen, S., Yang, M., Colbert, B., Patton, R. D., Persse, T. W., Kawelo, E., Reichel, J. B., Pritchard, C. C., Akilesh, S., Lockwood, C. M., Ha, G., & Shree, R. 2025. Preeclampsia risk prediction from prenatal cell-free DNA screening. Nature medicine31(4), 1312–1318.

Darya Moosavi, PhD (ella)

La escritora de Science Spotlight, Darya Moosavi, es investigadora postdoctoral del grupo de investigación de Johanna Lampe en Fred Hutch. Darya estudia las sutiles conexiones entre la dieta, el epitelio intestinal y el microbioma intestinal en relación con el cáncer colorrectal utilizando métodos de alta dimensionalidad.